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               Roberto O. Cacheiro Frías - Abogado
               Director de la Diplomatura en Relaciones Internacionales

               Universidad Abierta Interamericana
 

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Napoles - Italia enero de 2002

 

 

 

 

La historia de la ciudad empieza con los griegos de Eubea, que a comienzos del siglo VIII fundaron la ciudad de cumas, que fue probablemente la primere colonia griega de Occidente. En el siglo VII, los colonos de Cumas fundaron la ciudad de Parténope en la colina de Pizzofalcone. La ciudad se extendió tras su victoria sobre los etruscos en el 474 a.c. y tomó el nombre de Neápolis (ciudad nueva). A finales del siglo V, los samnitas, instalados en los Abruzos, descendieron de sus montañas para ocupar la llanura litoral. Las ciudades griegas de la Campania, desprotegidas frente a estos aguerridos invasores, pidieron ayuda a Roma, que habìa repelido a los reyes etruscos y concluido la conquista del Lacio.

Personajes famosos establecieron allí su residencia, como Lúculo, amigo y corresponsal de Cicerón, y Virgilio, que compuso Las Geórgicas y probablemente fue enterrado en Nápoles. En el siglo I de nuestra era, el emperador Tiberio se instaló en Capri. Hasta comienzo del siglo V, Campania se mantuvo fuera de las invasiones germanicas. Pero las fronteras del imperio cayeron en el año 406, y Nápoles y su región tuvieron que enfrentarse a los godos de Alarico y posteriormente a los vándalos de Genserico. El destino del imperio se decidió en Nápoles : en el año 476 el patricio Odoacro destituyó el último emperador , Rómulo Augústulo, y lo encerró en una villa napolitana, situada donde hoy se encuentra Castel dell'Ovo.

Los normandos probaron suerte. Llegaron al sur de Italia en el siglo X , y gradualmente extendieron su dominación gracias al apoyo de la Iglesia. Tras la conquista del principado de Salerno y posteriormente de Amalfi, Capua y Nápoles en 1139 por Roger II, el sur de Italia se convirtió en un solo estado gobernado por los normandos, con Palermo como capital. Para conseguir el apoyo de la Iglesia, los normandos rindieron homenaje al papa Nicolás II (1059) y se comprometieron al pago de un censo a la Santa Sede.

La dinastia normanda se extinguió en 1189 a la muerte de Guillermo II, sin heredero. Entonces Enrique VI reivindicó el reino de Sicilia y se apoderó del trono en 1194. Se instaló así la dinastía suaba de los Hohenstaufen, cuyo representante más destacado fue Federico II, quien impulsó la vida cultural, económica y administrativa del reino.

En 1263 Carlos I de Anjou tomó posesión del reino de Sicilia y eliminó a los últimos representantes de los Hohenstaufen, e inauguró la hegemonía angevina en el sur de Italia. Nápoles se convirtió durante seis siglos en la capital de un reino independiente. Tras numerosas revueltas feudales y revoluciones palaciegas, el periodo angevino concluyó en Nápoles en 1442, época en que sin embargo se constituyó la identidad política napolitana.

El siglo XVI fue uno de los periodos más prósperos de la historia napolitana. Los virreyes españoles, que gobernaron el reino en nombre de Fernando de Aragón, Carlos V y posteriormente Felipe II, restablecieron el orden entre la nobleza local. La población se incrementó en más del doble, hubo que alejar las murallas y construir nuevos barrios, como los famosos barrios españoles. La  aristocracia levantó en esos muros palacios sontuosos, la Iglesia de la Contrarreforma numerosas iglesias y monasterios, mientras que el campo, en los alrededores del Vesubio, se salpicaba de residencias veraniegas. Su puerto era muy activo, y las galeras velaban por la libre circulación de los buques cristianos amenazados por los piratas berberiscos en el mar Tirreno. A finales del siglo XVI,  Nápoles se convirtió incluso en una de las bases de la ruta de Flandes, que abastecía de soldados y plata a las guarniciones españolas de Holanda. Este periodo de prosperidad  se acabó en el segundo cuarto del siglo XVII. La bancarrota genovesa de 1622 perturbó profundamente la actividad económica del Imperio español, y de Nápoles en particular, donde los intereses genoveses eran importantes. Comprometida en guerras ruinosas, España aumentó la presión fiscal y Nápoles se rebeló en 1647.

La crisis del siglo XVII culminó en 1656 con la gran epidemia de peste que asoló en pocos meses Nápoles y la Campania. La capital perdió casi tres cuartas partes de sus habitantes y se quebró su vitalidad económica. Cuando en 1707, tras las vicisitudes de la guerra de Sucesión de España, el reino pasó bajo dominio del emperador de Austria, Nápoles no había recuperado todavía su nivel de población de antes de la peste.

Los borbones heredaron el reino de Sicilia en 1734, y su rey Carlos, hijo menor de Felipe V de España, le dio el lustre de una capital de la Ilustración: el palacio de Capodimonte, el Teatro San Carlo, la Biblioteca Nacional y el Palacio Real de Caserta son una buena muestra de ello. Emprendió además las primeras excavaciones de Pompeya y Herculano. La dinastía de los Borbones conoció una popularidad innegable entre los napolitanos, que al fin habían conseguido un rey estable.

Pero en 1799 el general Championnet sitió Nápoles por orden de Napoleón y proclamó la República Partenopea. Las elites liberales que tomaron entonces el poder no consiguieron el apoyo de la población, a pesar de las extraordinarias reformas introducidas, como la constitución , el derecho de voto, la escuela de base obligatoria, y la reforma agraria: las masas napolitanas , cultivadas en la ignorancia por el paternalismo y la incapacidad gestional de los Borbones, se rebelaron contra la República, y en cuanto se retiraron las tropas francesas, la República se desmoronó y el rey Fernando recuperó su trono, después del asesinato de masa de las elites comprometidas con la República. Tras la batalla de Austerlitz Fernando, sin el apoyo de Austria, tuvo que abandonar: Napoleón instaló en  Nápoles a su hermano José, sustituido en 1808 por Joaquín Murat. A pesar de las reformas, como la abolición del feudalismo, el nuevo régimen no pudo mantenerse más que con la fuerza. El auge del bandidaje y del contrabando fue un reflejo de la oposición de la población al dominio extranjero.

La restauración de la casa de Borbón, en 1815, dio un nuevo papel a Nápoles en la Europa aristocrática y conservadora surgida del Congreso de Viena de 1815. En 1848 Fernando II cedió por un momento al empuje revolucionario autorizando la elección de un Parlamento que fue disuelto cuando decayó el entusiasmo liberal. Los últimos soberanos de la dinastía no fueron muy populares, pero utilizaron al pueblo humilde contra los sueños liberales de las elites intelectuales y burguesas. Así, la concesión de una Constitución por Francisco II el 25 de junio de 1860 provocó una insurreción popular, al grito de "Viva el rey, abajo la Consitución".

También por este apoyo popular al rey, Giuseppe Garibaldi, el unificador de Italia, pudo hacer su entrada triunfal en la ciudad solo después de la anexión a la dinastía saboyana el 7 de setiembre de 1860. Despuès de la derrota de las tropas borbonicas en el Volturno, la población votó la incorporación del reino de las Dos Sicilias al reino de Italia. A partir de entonces, la ciudad sigue la historia de Italia en su desarrollo. En 1927  Nápoles absorbió los municipios limítrofes y se extendió hacia el oeste, a lo largo del litoral de Chiaia, hacia Posilipo y Vomero, más allá de Fuorigrotta y hacia Bagnoli y los Campos Flégreos. La construcción del aeropuerto (1936), de los funiculares que suben a Vomero, del metropolitano y de las líneas de tren de cercanías contribuyó a poner fin al aislamiento de la ciudad.

Durante la segunda guerra mundial, Campania se convirtió en un campo de batalla tras el desembarco aliado en Sicilia. Los combates fueron encarnecidos, pero tras cuatro días de insurrección (26-30 de septiembre 1943), la población napolitana expulsó a los alemanes y abrió la ciudad a los aliados.

En la posguerra  Nápoles se vuelve en una gran aglomeración que desborda ampliamente su antiguo perímetro histórico. En la ciudad antigua típicamente mediterránea se codean las oficinas de grandes compañías nacionales e internacionales, las administraciones y una población pobre entregada a la artesanía tradicional y a la economia sumergida.  El 23 de noviembre de 1980 hubo un terremoto que provocò profundas trasformaciones: la ciudad extiende desde entonces sus tentaculos hacia el sur, hacia el este, en la comarca de Nola y en el cinturón de pueblos al pie del Vesubio, y hacia el norte, hasta Caserta y a lo largo de la costa. Desde 1994, para ser sede de la cumbre de los siete países más ricos del mundo, Nápoles emprendió una política de reestructuración que ha cambiado profundamente el perfil de la ciudad.

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Roberto O. Cacheiro Frías. Abogado UBA - Director de la Diplomatura en Relaciones Internacionales y de Administración de Consorcios - Presidente del Centro Ibero-Americano de Estudios Internacionales e Interdisciplinarios - Miembro de la Asociación Argentina de Derecho Internacional - Miembro del Tribunal de Disciplina del Partido Demócrata Cristiano.