Detalle de su última misión
Miércoles 12 de mayo
Orden Fragmentaria 1177. Cuatro A-4B, indicativo CUÑA. Tripulación:
primer teniente Manuel Bustos (C-246); teniente Jorge Ibarlucea
(C-208); teniente Mario Nívoli (C-206), y alférez Alfredo Vázquez
(C-242). Despegaron de Río Gallegos, a las 12:20, y luego del
reabastecimiento en vuelo, en la posición 51° 50' S / 65°00' O, se
dirigieron en descenso al Punto 1, al sur de Gran Malvina.
En este punto, y en vuelo rasante, colocaron rumbo 62°, con escalonado
táctico a la derecha, y así llegaron a Fitz Roy, donde el OCAT les
ordenó poner rumbo 182° y volar así doce millas náuticas. Así,
localizaron los objetivos: una fragata clase 21 (HMS Brilliant) y un
destructor Clase 42 (HMS Glasgow).
Había bancos de niebla, y en los parabrisas de todos los aviones, una
película de sal impedía ver hacia el frente; sólo las lunetas oblicuas
laterales permitían esta visual. Al iniciar el ataque, desde el este,
sobre los buques que navegaba a máxima velocidad, distanciados entre
doscientosy trescientos metros, comenzaron a recibir fuego antiaéreo
de la fragata HMS Brilliant.
Los A-4B iban distanciados quinientos metros entre sí, cuando un misil
Sea Wolf impactó en el avión del primer teniente Nívoli. Otro alcanzó
al teniente Ibarlucea cuando ya había lanzado su bomba, mientras que
el primer teniente Bustos, ya en escape y luego de haber llamado a
reunión, vio venir un misil, trató de esquivarlo, pero, al ir rasante,
tocó el agua y se estrelló en el mar.
Sólo quedaba el alférez Vázquez, que lanzó su bomba, sobrepasó el
buque, y al descender aún más para escapar de los misiles que lo
perseguían, casi rozó las olas. Logró serenarse, dio motor a pleno y
colocó rumbo 270° hasta que observó en su liquidómetro 4.100 libras;
entonces comenzó su ascenso para dirigirse a casa. Su parabrisas
seguía empañado por lo cual, ya en recta final no veía la pista.
Finalmente aterrizó en Río Gallegos a las 14:20, se salió de la pista
por falta de visibilidad, aunque sin consecuencias para el piloto ni
el avión. Sus compañeros habían quedado para siempre en las aguas que
bañan nuestras islas. Al analizar hoy este ataque, con mar a sus
espaldas y sin costa, se aprecia que habrían permitido mayor eficacia
de orientación al misil Sea Wolf que los derribó.
Extractado de la "Historia de la Fuerza Aérea Argentina"
Tomo VI: La Fuerza Aérea en Malvinas
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