Belfast -
Irlanda del Norte - Enero de 2007
Belfast es la
capital de Irlanda del Norte (Reino Unido) y la segunda ciudad más importante de
la isla de Irlanda, después de Dublín. Población (incluida su área
metropolitana): 400.000 habitantes.
Está situada en la desembocadura del río Lagan, que establece la divisoria entre
los dos condados en que se divide la ciudad, Antrim y Down. Coordenadas:
54°35′49″N, 05°55′45″O. Importante centro comercial y de la industria naviera,
destacándose el astillero Harland & Wolff, en el que se construyó el Titanic.
Para sus comunicaciones con el resto del mundo, cuenta con un importante puerto
en la desembocadura del Lagan y con dos aeropuertos: The George Best Belfast
City Airport y Belfast International Airport.
Belfast tiene numerosos sitios que atraen la atención del visitante: La alcaldía
de Belfast, de estilo "eduardiano", con su cúpula de 53 metros de altura; el
Ulster Bank , construido en 1860; en estilo victoriano se destacan la
Universidad de la Reina (Queens University) y la biblioteca Linenhall. El
Waterfront Hall es un soberbio edificio de líneas modernas.
Pero muchos turistas se interesan más por el pasado reciente de Belfast y nunca
falta un taxista dispuesto a mostrarle al visitante los lugares que fueron
noticia por los estallidos de violencia. Aún pueden verse los vastos muros de
ladrillo y hormigón levantados antaño para separar a los barrios católicos de
los protestantes protestantes, a fin de evitar disturbios. En la zona oeste de
Belfast, donde la mayoría de los habitantes son católicos, se ven pintadas y
grafitis del tipo "¡Abajo la Reina!" (Isabel II), "¡Viva el IRA!" o "¡Viva
Irlanda!" En cambio, en la zona este, donde la mayoría de la población es
protestante, se leen frases como "¡No nos rendiremos!" o "¡Aquí no hay Papa ni
papado!" La animadversión entre ambos grupos suele aumentar sobremanera el 7 de
julio de cada año, cuando los protestantes celebran el aniversario de la batalla
de Boyne, ocurrida en el siglo XVII, en la que un rey inglés derrotó a los
rebeldes católicos irlandeses. Para esa fecha, los protestantes suelen organizar
bulliciosas fiestas callejeras, que enfurecen a los católicos, por lo que la
policía debe extremar las medidas de seguridad.
En general, los habitantes de Belfast, sean católicos o protestantes, reciben
cordialmente a todos los turistas extranjeros, pero como medida de precaución,
al forastero que visita Belfast se le suele aconsejar dos cosas: evitar hablar
de política y no mencionar su religión.
La
corona británica incorporó los seis condados del Ulster, la actual Irlanda del
Norte, al Reino Unido, con una nueva legislatura bicameral y un gobierno
suboridando en Belfast. Con todo, la última palabra la tenía Londres.
En el Ulster quedó una población mixta, de mayoría protestante y una minoría de
católicos, tratados como ciudadanos de segunda clase, víctimas de un sistema
económico de discriminación.
Para 1950 los católicos comenzaron a exigir la igualdad en una campaña que
terminó en potestas, marchas y sentadas. En 1969, sobrevino el desorden civil y
el IRA se consolidó como el reflejo de la resistencia católica armada pro
republicana. Ante una autoridad local desbordada, Londres envió al ejército.
Tres mil soldados llegaron al Ulster. Los enfrentamientos estallaron en las
calles y los barrios católicos de Belfast y Derry fueron arrasados por la
represión militar.
El conflicto ya no giraba entre católicos y protestantes sino entre el IRA y el
ejército. El 30 de enero de 1972 esa guerra se cobró un "Domingo Sangriento".
Las tropas británicas abrieron fuego contra una pacífica manifestación por la
defensa de los los derechos humanos. Catorce personas murieron. A partir de
entonces la violencia se convirtió en la única reina.
Hasta 1996, la lucha sectaria y la represión británica causaron más de 3.000
muertes. Con todo, ese año la tregua pareció posible con el inicio de las
negociaciones de paz, alentadas por el presidente de los Estados Unidos, Bill
Clinton, quien en diciembre de 1995 visitó Irlanda del Norte y recibió con un
apretón de manos al presidente del Sinn Fein, Gerry Adams.
En febrero de 1996 el IRA decretó un alto el fuego, que violó con atentados a
los pocos días. Las marchas y los choques entre protestantes y católicos no
cesaron, y la posiblidad de acordar la paz se diluyó.
La llegada del Laborismo a Gran Bretaña el año pasado abrió un nuevo horizonte.
Y por primera vez en casi 30 años, unionistas, nacionalistas, loyalistas y
republicanos se sentaron, en octubre de 1997, a la mesa de negociaciones. Ayer
sellaron un acuerdo de paz. El tiempo mostrará sus resultados.
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