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Cracovia (Krakow) Polonia. Llegué a Cracovia en tren desde Varsovia el 11 de enero de 2006
Una ciudades más hermosas del mundo. Impecablemente conservada.
Bajé del tren en la estación central de Cracovia a la mañana siendo todavía de
noche. Más que ninguna otra ciudad polaca, Cracovia quiere ser europea. La Comunidad Europea, por su parte, le dio su empujón definitivo en 2000, al bautizarla como una de las nueve ciudades europeas de la cultura. Encima, con su reciente incorporación a la Unión Europea, Polonia conseguirá su estrellita en el mapa mental de incontables mochileros, que se enterarán al fin de los palacios barrocos, iglesias, el imponente castillo, el casco antiguo y el recién reactivado barrio judío de Cracovia, donde bares y galerías de arte conviven con sinagogas antiguas. Además, su cercanía a Auschwitz, lugar de peregrinaje para judíos y no–judíos también, asegura una fuente inagotable de visitantes.
Por todo eso, merece la pena visitarla antes de que
adquiera esa extraña homogeneidad internacional de ciudades como Barcelona o
Ámsterdam, donde nada parece ni nuevo ni viejo, ciudades que todos conocemos
antes siquiera de visitarlas. Cracovia parece tener algo todavía por descubrir,
por entre sus mil transformaciones y transiciones. Lo cual se percibe nada más
bajando del tren, donde una mujer gorda cocina sauerkraut (col fermentada) y
carne en una estufa de gas, rodeada de bellezas polacas que parecen todas Miss
Universo, vestidas ya a la última moda. |
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